HISTORY NEWS

17TH OF OCT, 1920

¿QUIERES CONOCER LA HISTORIA REAL?

VOL.10 No. 68

Since 1919

OS DESVELAMOS LA VERDAD.

Cuatro de las figuras históricas más importantes hasta la fecha destripadas una a una en las siguientes páginas.Nuestras fuentes más fiables de información han descubierto unos archivos que no han sido publicados hasta el momento. Dichos archivos cuentan con una gran cantidad de información clasificada, que prueba que no todo lo que nos cuentan es real.

EDITOR'S NOTE
No confíes ni en tu sombra.

OS PRESENTAMOS A ESTAS CUATRO LEYENDAS.

Desde una de las dinastías que marcaron la historia hasta los maestros del disfraz más peligrosos de nuestra época. En el número que sostiene, querido lector,

encontrará los secretos mejor guardados por los de arriba, los que siempre han buscado nuestra perdición, quienes nos usan a día de hoy como títeres que controlan con sus manos manchadas de sangre y dinero sucio.
Le invitamos pues, fiel seguidor de nuestras columnas, a indagar entre las mentiras que nos han contado desde niños y diseccionar las leyendas para después razonar y pensar sobre esto.
Sin más dilación, aquí os presentamos a nuestros protagonistas.

SEONG JUN

Príncipe. Heredero del reino de Silla

HAK HAN SUNG

Guardia real.
Bajo las ordenes de la Reina madre.

BAE JIN AHN

Periodista e investigador de asesinatos.

HAN SAN HA

Perdiodista e investigador de asesinatos.

Pag. 3

Pag. 4

Pag. 7

Pag. 8


EL PRINCÍPE Y EL GUERRERO



¿CREES QUE ESTA ES LA HISTORIA REAL?

VE A LA SIGUIENTE PAGINA. LA HISTORIA AUN NO ESTÁ LISTA


PRÍNCIPE DE SILLA


LOS DATOS REGISTRADOS HASTA EL MOMENTO SON ESCASOS

NombreVidasSubgeneroAroma del LoboEsencia DestinadaPareja Destinada
Seong Jun de Silla.+100.Omega Ω.Melocotón Blanco.Menta ducle (Hierbabuena).Hak Han Sung.

Descripción Física.

Husky de Sajalin. 66cm de alto y 137cm de largo. Es un lobo pequeño de ojos dorados y muy brillantes. Su pelaje es mayormente blanco, pero tiene algunas zonas en negro, como su oreja y ojo izquierdo, motitas en su oreja derecha, la punta de su cola y las patitas, pareciendo calcetines.

SIN EMBARGO, LA VERDADERA HISTORIA FUE OTRA.

Seongjun de Silla, futuro heredero al trono o ese era el título con el cual presentaba su majestad, la reina Seondeok, a su único hijo. Seongjun nació bajo la luna llena más increíble de su época. Su nacimiento fue motivo de festejo, pues durante dos ciclos solares los habitantes de la ciudad donde se encontraba la casa real, celebraron la prevalencia de un largo reinado. Sin embargo hubo un hecho que a todos les sorprendió, algo inusual que enlazaba con la fuerza lunar de ese día, el futuro rey de Silla tenía el cabello tan dorado como el oro más puro. Algo demasiado inusual cuando el resto de las personas crecían con un cabello oscuro y fuerte.La infancia de Seongjun fue la habitual para una figura pública como él lo era. Sus maestros le instruían en lectura y artes, en protocolo y leyes. Debía memorizar desde muy joven estatutos y papiros repletos de información sobre su futuro reino e imperio. Claro que todo aquello era aburrido para un, sobre todas las cosas y títulos, niño pequeño cuyo principal problema era si su juguete de fieltro se rajaba o no.

A Seongjun, sin embargo, le gustaba investigar a su manera. Quería conocer de primera mano qué había más allá de los muros de palacio, por lo que comenzó a emprender pequeñas y reiterativas expediciones que burlaban la seguridad de absolutamente todos los guardias, aprendiendo a ocultar su cabello una vez fuera de palacio para evitar, por todos los medios, ser reconocido por alguien indeseado.Su pasatiempo favorito era sumergirse en historias de fantasía o aprender cosas nuevas por otros métodos bastante alejados del tradicional, lo normal viniendo de alguien que tenía todo al alcance de su mano y que se aburría con una facilidad extrema. Era un niño nervioso, no cabía duda. Pero todo niño inquieto tiene a su lado una figura estricta.La relación con su madre, la reina regente era, por llamarlo de alguna manera, singular, pues como soberana mandataria en lo que Seongjun cumplía la mayoría de edad, le prohibía cosas que para cualquier otro niño, eran normales mientras que poder desempeñar alguna de ellas, para Seongjun, se convertía en un hito casi histórico. Estos pequeños detalles fueron, sin querer, haciendo que la figura de la reina para Seongjun cada vez fuese más sólida que la de una madre.

Fue una simple tarde, Seongjun acostumbraba a pasar las horas muertas recreando escenas que leía en sus papiros, habitualmente las de acción, por supuesto, cuando los gritos de los maestros y los vítores del resto de soldados le picaron la curiosidad. Hwarang... Había escuchado sobre el proyecto que la reina estaba llevando a cabo en ausencia del rey. Hombres (en ese caso, aun niños) apuestos, buenos para todo. A ojos de Seongjun solo eran pedantes caras bonitas, ególatras a quienes se les permitían mil cosas más que a él. En resumidas cuentas, un incordio. Eso era lo que fielmente pensaba hasta esa tarde. Nunca había empleado el tiempo en observarles lo suficiente y en esa práctica, al igual que para el resto de los presentes, alguien se llevó su completa atención. Un niño, aparentemente algo mayor que él, de cabellos oscuros y ojos… claros. Pasó el resto del tiempo tratando de evitar esa mirada penetrante chocar con la propia mientras que seguía sus movimientos con torpeza, puesto que era la primera vez que realmente trataba de seguir el entrenamiento de un futuro soldado. Desde ese día, todas las tardes se encargaba de tener sus quehaceres al día, volvía a sus aposentos y veía como los Hwarang llevaban a cabo su entrenamiento, como todos terminaban y como ese niño se quedaba intentándolo una y otra vez sin descanso hasta que su propia madre le pedía retirarse, escondiéndose con el corazón acelerado si en algún momento sus miradas se encontraban.Seongjun detestaba el palacio y a la gente que vivía en él. Odiaba ser el centro de regaños y órdenes, que se le recordara incesantemente cuales eran sus deberes como futuro rey y mandamás, por lo que no dejaba de planear fugas o esquinazos cada vez que se topaba con algún instructor. Había descubierto que aparte de conocer a su pueblo, disfrutaba de la calma y soledad, de tener un minuto libre de toda esa gente donde se escondía entre unas piedras o tras un árbol cerca de su templete favorito donde solo era él y fingía ser una persona normal, libre

de reproches y deberes, solo él, con juegos e historias en su cabeza.Una noche, como muchas otras, decidió escaparse buscando eso. Había escuchado a unos instructores fuera de su cuarto hablar sobre despertarlo para que terminase las tareas de caligrafía que había decidido emborronar por una rabieta. Aquello sumado a la discusión con la reina en la que le había dejado más que claro que no podría reinar si seguía así, le habían hecho huir, pensando en que como siempre, se saldría con la suya.

La guardia real parecía estar a punto de echar fuego por las orejas mientras que cierto niño observaba las estrellas desde el punto del palacio donde mejor podían verse. Segundos después, pendiente de que nadie le siguiera, burlón, chocó con la tela de su túnica. De cerca, aquel chico de ojos verdes era más alto, más grande, Seongjun trató de sortear su cuerpo, pero se topó con su brazo y, sin saber como, poco después de eso, colgaba como un saco de boniatos de su hombro. Entre berridos, quejas e intentos de soborno, Seongjun fue devuelto ante la sala del trono, solo le bastó un gruñido al Hwarang para que por primera vez, el menor se intimidarse ante alguien. Lo que para Seongjun fue una traición, para los guardias y, ante todo, la reina, fue una prueba de lealtad y valía. Seongjun no lo entendió, tampoco le gustó la sonrisa arrogante del aprendiz y mucho menos la decisión de la reina de que Hansung, a partir de ese momento, tuviese que supervisarle. Obviamente el futuro rey no lo tomó a bien, por lo que trazó un perfectamente imperfecto plan en el que obligaría a Hansung a renunciar a ese puesto. Al fin y al cabo, siempre había logrado lo que quería. Seongjun iba a hacerle la vida imposible a Hansung.

De ese modo dio comienzo su plan. Seguía a Hansung a todas partes, si entrenaba le lanzaba trozos de papiro, incluso se colocaba tras el instructor haciendo muecas para sacarle alguna sonrisa de esas que eran tan difíciles, ganándose varios reproches por no mantener la compostura, se colaba en los baños de los hwarang, le tiznar la frente con carbón y salvia y trenzó su cabello dormido, por lo que a la mañana siguiente, este estaba rizado y Hansung quería morirse de vergüenza, aunque al resto le gustó. Pasaron los meses, también los años y las bromas fueron cada vez más constantes, pues lo que en un principio estaba planeado para que el mayor renunciase, se convirtió en acto tras acto de incesantes formas de llamar su atención y asegurarse de que la mirada del hwarang, siempre estaba sobre el. Seongjun se acostumbró tan rápido a tener a Hansung cerca que no toleraba terceras personas pululando a su alrededor, sin embargo su ego no le permitía admitir que las excusas como “Ya no lo quiero e igual a ti te viene bien” cubrían regalos de cosas que a Hansung podrían gustarle a su parecer. El problema en todo esto seguía siendo la reina. Seongjun la observaba actuar para con Hansung, amable y atenta como con nadie, eso y las expediciones en busca de un supuesto dragón arrasacultivos que, Seongjun aseguraba, vulgarmente se conocía como sequía. Era cínico, sí, pero esos días en los que estaba solo, escuchando los reproches de la reina y oyendo lo maravilloso que era la persona que faltaba en esas reuniones le daban demasiado que pensar.El nombramiento de Hak Hansung como su guardia real le trajo

una felicidad inconmensurable que en ese momento no reconoció. Hansung ascendía entre los cargos más importantes de palacio y era un Hwarang erudito a quien los menores admiraban. Seongjun, aunque fuese en silencio, robando al mayor miradas discretas y sonrisas que solo era él capaz de provocar, sintió su pecho llenarse de orgullo. ya que no solo era su guardia personal, si no que todo el esfuerzo de esos años había dado sus frutos por fin. Librarse de los entrenamientos de Hwarang fue lo que Seongjun necesitaba para pasar más tiempo con él, conocerle mejor y hacerle más preguntas, quería saber qué recordaba de su casa, de sus padres, cuál de entre todas las artes era su favorita, qué constelación no se cansaba de mirar, todo, cualquier cosa que le hablase de él y poco a poco consiguió que esa mirada escarlata mantuviese el contacto visual entre los paseos, las carreras y peleas o esos escasos momentos en los que consiguió mantener a Hansung en su regazo mientras le acariciaba el cabello en silencio, aunque Seongjun realmente fuese muy ruidoso y casi siempre terminase hablando de lo primero que se le pasaba por la cabeza. No fue realmente consciente de en qué momento el guardia se convirtió en ese lugar seguro al que acudir. La única persona que le conocía de verdad como para calmar una pesadilla o quien manejaba sus transformaciones completas sin necesidad de convertirse en un lobo. Hansung fue su confidente en cada malentendido con la reina, escuchando discretamente y mostrándole su apoyo. Simplemente necesitaba estar cerca del chico para sentirse algo mejor.

Los diminutivos no se hicieron esperar demasiado. Seongjun prefería mil veces llamarle por su nombre o “Hannie” antes que por su apellido, puesto que lo sentía mucho más especial, más bonito y más íntimo. Porque, para ser sinceros, llegados a ese punto, Seongjun confesaba estar perdidamente enamorado de su guardia. No supo cuando, pero para cuando quiso darse cuenta de ello, Hak Hansung se había convertido en todo su mundo.Mientras que Hansung y Seongjun estrecharon lazos, escondían palabras más dulces de lo normal y ocultaban suaves roces, la relación de Seondeok, la reina, con su hijo, iba retrocediendo a pasos agigantados. La reina hablaba mucho de Hansung, le tenía gran estima, pero Seongjun no era tonto, sentía como si su madre y el compitiesen continuamente por recibir una mirada esmeralda del guardia, ya fuese efimera o no, pues juraría haberla escuchado suspirar., acto que a Seongjun le puso más alerta.

Cuando su guardia se presentó como alfa puro, como todos esperaban dadas sus raíces, Seongjun se enamoró por completo de este nuevo aroma, lo que provocó que su insistencia por estar cerca de él fuese más impetuosa incluso, así como que incrementara el número de veces en los que el menor se escondía en el cuello del alfa, o sus arduos intentos por tomarle de la manga y huir lejos de cualquier lugar lleno de guardias, solo para estar un rato juntos sin más pares de ojos sobre ellos. Además, durante esos ratitos, la Reina enloquecía buscando al guardia por cualquier rincón de palacio, siendo incapaz de dar con él. Cuanto más tiempo estuvieran separados, mejor. El alfa era suyo.Pese haber terminado sus entrenamientos como Hwarang, Hansung acostumbraba a seguir entrenando para no perder su perfecto manejo con la espada y Seongjun siempre miraba de cerca, insistiendo en que le dejase probar con una espada real.Solo cuando Hansung accedió fue la última vez que se lo pidió, porque aceptó enseñarle, pero Seongjun acabó con un tajo en la cara. Una cicatriz adornaría por el resto de su vida. A pesar del dolor, sabía que, si se enteraban de lo que había pasado, no vería más al alfa, así que cuando la guardia real acudió en la ayuda del rey, Seongjun mintió diciendo que se le había hecho él, que le había quitado la espada para jugar y se le había ido de las manos,

que el Hwarang solo había querido detenerle. Mientras esa retahíla de mentiras para encubrir a Hansung iba saliendo de su boca a la vez que gesticulaba frenético con las manos, lo supo, haría cualquier cosa por el alfa, lo que fuese necesario. La reina, por suerte o por desgracia, siempre pensó que su hijo no tenía madera de líder y que era un crío irresponsable, por lo que no le costó tragarse la cantinela. Hansung se culpó por aquello escasos minutos, pues rápidamente, ella sugirió más protección y vigilancia y, como era de suponer, ella propuso a Hansung para que mordiera la muñeca del rey, creando una marca de protección, la cual incluso entre la pareja, habían hablado conformar. No hubo quejas, tampoco pegas, al contrario, Seongjun no dejaba de mirarse la muñeca y diariamente imploraba que volviese a abrir aquella marca.Poco después el rey llegó a su mayoría de edad, lo que quería decir que tenía años suficientes como para gobernar, tan solo hacía falta que su subgénero y su celo llegasen y entonces lo coronarian como líder. Aquel día gloricioso fue un tremendo caos. Nada parecía ir como debía, Seongjun se presentó como un omega, un subgénero maleable, un sirviente, no un gobernador. Todos los reyes en la línea de sucesión de Sila habían sido Alfas, pero aquello no detendría los planes de la reina por el poder. No tardó en buscar pretendientes, en vender a su hijo como si fuese ganado y tantear entre los reinos cercanos cual tenía mayores posibilidades de obtener su mano. Sin embargo, el recientemente presentado como omega, tenía otro tipo de planes. Donde el resto solo veían problemas, ellos veían la mejor noticia, motivo de celebración, por lo que eso hicieron. Hansung y él se entregaron el uno al otro, uniéndose por toda la eternidad mediante una marca. Pero aquella noche la Luna sentenció el destino de ambos haciendo crecer una vida. Seongjun, sin saberlo, albergaba en su vientre al sucesor del trono de Silla.Tras haber sido mordido por el amor de su vida, solo había una persona que lo supiese, su doncella. Ella era la encargada de bañarle, vestirle y servirle, su fiel confidente o eso era lo que Seongjun creía. Le felicitó y se emocionó al recibir la noticia de la marca, sin embargo aquello solo era una farsa que consistia en que él siguiera confiando en su palabra, Seongjun no la consideraba una sirvienta, era su única amiga. La chica no dudó en contarle todo lo sucedido a la reina, quien quedó perpleja por lo que escuchaba, su hijo un desviado y no contento con eso, había acaparado el corazón de su guardia predilecto, por quien sin saberlo llevaba compitiendo toda la vida. Colérica, la reina le pidió a la doncella que recopila toda la información que le fuese posible, puesto que no dejaría las cosas así.

Una noche, como muchas otras, en las que Seongjun no podía conciliar el sueño, como se le empezaba a hacer costumbre, decidió salir en busca del alfa, quien le había asegurado que eran los únicos momentos en los que podía buscar su consuelo nocturno. Al pasar por delante de los aposentos de su madre escuchó a su doncella hablar, explicándole a la reina lo que le había contado unas horas atrás Seongjun con todo detalle. Sus piernas se detuvieron, se tapó la boca para evitar hacer ningún ruido y entonces escuchó aquella conversación con los ojos llenos de lágrimas. Su madre estaba planeando la ejecución de Hansung. Ni que decir queda que el príncipe salió corriendo hasta donde estaba su amado, respirando cuando le tuvo frente a sí, estrechandole entre sus brazos con la excusa de que había tenido una pesadilla y que necesitaba estar junto a él. Aquella noche se aferró como nunca lo había hecho a su cuerpo. No durmió, no le soltó, su cabeza no dejaba de recordar la voz de su madre diciendo que había que matar a Hansung. No lo permitiría. Fue aquel el motivo por el cual durante los siguientes días no perdió ojo de Hansung en ningún momento, que no dejó de asegurarse de que estaba bien, que seguía ahí, por lo que le buscaba a todas horas, ponía mil excusas e impedía que el resto de la gente se acercara a ellos.En el transcurso de esos días, los dos hablaron de sus planes a futuro, el siguiente celo de Seongjun no llegó, ambos deseaban tener ese cachorro y huir lejos tras la

coronación, juntos, como siempre habían querido. Por eso mismo, la mañana de la coronación, Seongjun sonreía emocionado. El omega no veía la hora en la que ambos dejarían todo atrás y podrían ser libres. Pero la reina era inteligente y despiadada y decidió dar el golpe el mismo día. Muchas distracciones, tantas que nadie se daría cuenta de que alguien atacaría al guardia real de Seongjun, nadie menos ese omega que miraba con los ojos brillantes al amor de su vida, ese a quien el resplandor de una espada desenvainada deslumbró y puso alerta. Todo ocurrió tan deprisa que para él se movía despacio cuando sin dudarlo ni un segundo, abandonó su posición para cubrir al alfa e interferir en la trayectoria de aquella estocada. Los gritos no tardaron en resonar en el patio de palacio cuando la sangre borboteó de su costado, llevándose con ella su vida en vez de la de su guardia, no sin antes asegurarle que pasaran las vidas que pasaran, volverían a encontrarse escribiendole un final feliz a su historia.Vida tras vida Seongjun buscaba a Hansung con desespero, observando callado como humano tras humano encontraban el amor, anhelando reencontrarse con el suyo de nuevo.


GUARDIA REAL


LOS DATOS REGISTRADOS HASTA EL MOMENTO ERAN ESCASOS

NombreVidasSubgeneroAroma del LoboEsencia DestinadaPareja Destinada
Hak Han Sung.+100.Alfa Puro.Eucalipto.Vainilla.Seong Jun de Silla.

Descripción Física.

Lobo pardo (Lobo de Mackenzie, también conocido como lobo occidental). De 190cm de largo y 100 de alto (hasta el hombro). Sus orejas y la punta de su cola se verán levemente oscurecidas con respecto al resto de su pelaje. En conjunto es un gran lobo imponente, leal, fuerte y cariñoso con su omega.

SIN EMBARGO, LA VERDADERA HISTORIA FUE OTRA.

Hak Han Sung vivía en una casa noble, relativamente cerca del palacio, en Sõrabõi. Provenía de una estirpe de alfas puros impecables dentro de la élite del tercer período de Silla. El único problema social que tenía eran sus ojos. Dos luceros verdes, claros como un agua cristalina en contraste con una tez canela y los cabellos del color del chocolate más puro. A la gente no le gustaba lo que se salía de lo común, pero Hansung, año tras año, iba adquiriendo unas facciones preciosas, tanto que llamó la atención de la mismísima casa real.La reina Seondeok había decidido defender su reino de amenazas externas por medio de un ejército de su propia elección. Hombres apuestos, inteligentes y entrenados por monjes budistas. Eruditos en las Cinco virtudes Confucianas Cardinales, las Seis Artes, las Tres Ocupaciones Académicas y las Seis maneras de servicio del gobierno. Entrenados en la equitación, la esgrima, el tiro con arco y la jabalina. Así como en la escalada y el tiro de piedra.

Poco a poco el ejército de* hwarangs* de la reina fue consolidándose y adquiriendo un prestigio aún mayor que el ejército del rey, movidos bajo cinco sencillos mandamientos inquebrantables: I. Lealtad hacia nuestra reina; II. Amor y respeto hacia nuestros seres queridos; III. Confianza entre amigos; IV. Nunca retroceder en una batalla; V. Nunca arrebatar una vida injustamente.Todos los aristócratas querían que sus hijos fueran parte de él, siendo más de la mitad rechazados por su majestad al carecer de impacto visual. Y ahí entra Hak.El crío de 12 años con una sola mirada y esa sonrisa geométrica hizo a la reina caer a sus pies. Al contrario que la gente, sus ojos fueron lo que la cautivó y ella siempre obtenía lo que quería. Le reclutó, le mostró el palacio al completo y los jardines y le dejó en la casa de sus aprendices, con los que no tardó en congeniar. Eran más niños que oscilaban entre los 10 y los 13 y quienes pese a entrenar como nadie, adoraban juguetear. Sin embargo Hansung prefería con creces leer o continuar entrenando.Su cabello crecía fuerte y su flequillo también, usando este para cubrir sus ojos cuando alguien nuevo se acercaba a él. Poco a poco, con el pasar de los años, entendería que ser diferente no era sinónimo de algo negativo.

Fue un día, entrenando en el patio cerca de los aposentos reales, con el resto de sus compañeros, cuando vio de lejos un cabello albino. Para él fue especial, tanto esas hebras doradas como su carácter cuando se acercaron a pedirle que cesara. El futuro rey de Silla... Un niño mimado con todo al alcance de su mano que trataba de luchar contra... Algo... Algo imaginario que posiblemente se encontrara en el papiro que sostenía.Aquella fue la primera vez que sus ojos hicieron contacto. El rey sabía leer y por lo que podía ver, era más joven que Hansung. Interesante. Se le hizo costumbre trabajar en ese patio hasta casi desfallecer, hasta que uno de sus compañeros insistía o hasta que la propia reina le pedía que se retirara. Pues ella siempre le otorgaba ese trato especial que no tenía con el resto.Pasaron los días y los años y Hansung aprendió el nombre del Rey, Seongjun, así como supo de su carácter y, alrededor de los catorce años del Hwarang, ya era consciente de esos intentos de escapar reiterativos. Sin embargo, hasta que no se le ocurrió salir a tratar de observar las estrellas (pasatiempo que había descubierto que se iba convirtiendo poco a poco en una pasión), no fue que lo vio con sus propios ojos. Esa melena rubia recogida a medias con un pasador que reflejaba la luz

lunar, era reconocible en cualquier parte.En aquel momento, Hansung plantó cara por primera vez a un miembro de la corte. Impidiéndole el paso, llevándolo a Palacio estoico y sin ganas realmente de hablar ni de escuchar todas esas quejas y esos chillidos en los que predominaba la frase "soy tu futuro Rey. ¡Obedéceme!" Le faltó un gruñido para amansarse.

Aquél acto tan rastrero para Seongjun y tan heroico para la reina, les unió. Hansung conocía a Seongjun mejor que a sí mismo y se le encargó pasar tiempo con él todo el día. Si entrenaba Seongjun le seguía, si Seongjun asistía a sus quehaceres, Hansung sería su sombra. Y ese odio que ambos habían desarrollado hacia el otro con ese primer encuentro, fue creciendo, tanto que cuando a Hansung le requerían en las expediciones para buscar al dragón que supuestamente arrasaba los cultivos, cada vez le hacía menos gracia. Y eso que era un arduo creyente de esas cosas.

A sus dieciséis años en una ceremonia privada, se le nombró guardia real de Seongjun. Acto emblemático que elevó la posición de su familia y que implicaba una cosa: su entrenamiento como Hwarang había dado sus frutos gracias a su esfuerzo constante y a su persistencia y ahora... Ahora le tocaba aguantar a su alteza real todo el santo día. Le encantó.Tenía todo a su disposición, libros, artilugios, maestros... Podía salir de palacio, podía entrar y tenía cierto libre albedrío que se veía truncado por la misma melena dorada de siempre. No supo cuando fue que se dio cuenta de que desde que le vio luchar en su habitación,

su atención se la llevaba. Tampoco supo cómo podía encontrarse ahí, observando aparentemente imperturbable, pero sintiendo su corazón salirse del pecho. Se enamoró perdidamente de un hombre, del futuro rey de Silla. En aquellos tiempos la homosexualidad no era lo que es ahora. Si alguien se enteraba podrían cortarle la cabeza. Tanto esfuerzo, tantos años para poder tirarlos a la basura con un chasquido de dedos. Y Seongjun no ayudaba. Era ruidoso, berrinchudo, cariñoso. Saltaba encima del guardia si sus orejas se hacían presentes, buscaba tocarle y le ponía nervioso con que le llamase "Hannie" o "Hansung". Era un crío, definitivamente.

Entonces Hansung llegó a su mayoría de edad y como la reina Seondeok esperaba y sus padres esperaban, a su aroma a papiro que le había acompañado hasta ese momento, le acompañó uno fuerte, potente y claro a eucalipto, propio de un alfa puro. Aquél fue el inicio de su caos. ¿Cómo inhibiría sus instintos para con Seongjun cuándo cada vez le era más complicado controlarse a sí mismo? Desarrolló una actitud y un carácter meramente protector hacia sí, sin dejarse perturbar, ni acercarse, siendo imponente, misterioso. Alguien de difícil acceso que solo sonreía a Seongjun, que solo se mostraba real con él, que se enamoró perdidamente de la persona a quién debía proteger y por quien daría sin pensarlo, su vida. Y aquello era mutuo.

Cada vez la pasión entre ambos les obligaba a escaparse, esconderse y susurrarse palabras al oído. Incluso Seongjun le obligó a mentir cuando Hak le creó la cicatriz en su ojo, desembocando en una permanente, que, supuestamente, hizo el menor.A partir de ese día hubo una marca de protección en la muñeca

del menor que le avisaría de cualquier problema.Pero de lo que no le avisó fue de la presentación de Seongjun. El futuro rey... Un omega.
La reina empezó a buscarle una pareja en el mismo instante en el que Seongjun entró en su primer celo, ajena a que aquella presentación fue más que celebrada por un rey y su guardia, creando un vínculo más fuerte en su cuello, enlazandose y sin saberlo en ese momento, ofreciéndole al reino un heredero. Un romance oculto, un amor imposible y como todo, siempre algo sale mal. Durante esos años la reina Seondeok había desarrollado más que cariño hacia Hang Sung, pensando en incluso, contraer matrimonio con él. No podía negarse, ella era hermosa y antes que nada, su reina y él tenía cinco mandamientos que debía seguir a rajatabla como Hwarang. Pero en ese escrito ni se hablaba del amor.
Conscientes de aquella bendición planearon fugarse lejos de ahí, tras su coronación. Una vida libres, felices y unidos. Sin embargo todo sería interrumpido por la tragedia. La Reina, iracunda ante la noticia de que su amado Hwarang y su hijo estaban juntos, ordenó asesinar a Hansung, en plena coronación, con una distracción que fuese imperceptible. Sin creer que su propio hijo sería conocedor de tan descabellado plan, interfiriendo así entre la espada que buscaba atravesar al alfa de ojos verdes, cayendo redondo corona en mano.

Hansung nunca lo supo, perdió a su omega, a su destino, a su cachorro. Toda su vida se esfumó en cuestión de segundos tras rebanarle la cabeza al traidor, rompiendo esos mandamientos, perdiendo la fe. Cuando la reina impidió su suicidio le ordenó unirse en matrimonio con ella, por el bien del reino. Obediente, sumiso, muerto en vida solo se dejó llevar, sin ser capaz de salir de los aposentos de Seongjun, inhalando su aroma, recordando su tacto, su voz y su risa. Como se dormía gracias a sus caricias en el pelo, como respiraba.Un impulso le hizo cerrar la puerta, desenvainó su espada rememorando sus entrenos, sus luchas que acababan en gritos, sus peleas por quién lo hacía mejor. Se reflejó en su hoja y pudo jurar vislumbrar un hilo rojo en su meñique. ¿Que podría esperarse de alguien que cazaba dragones?

En esta y en todas mis vidas. Te amaré hasta el final de mis días.Pronunció por primera vez antes de atravesarse el corazón, prefiriendo morir antes de tocar a alguien más, antes de que cualquiera de los que ahí había decidiese otra vez por él. Se le privó irse con él, pero nadie podría detenerle en ese momento de decidir pasar mil vidas antes de volverle a encontrar. Porque recordaría todo como si de la Primera vez se tratase.

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LOS COLECCIONISTAS


¿Qué hitos comprendieron nuestros protagonistas?

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JINAHN


LOS DATOS REGISTRADOS HASTA EL MOMENTO SON ESCASOS

NombreVidasSubgeneroAroma del LoboEsencia DestinadaPareja Destinada
Bae Jin Ahn.+20.Alfa.Cedro.Miel.Han San Ha.

Descripción Física.

Lobo negro de Florida. 95 cm de alto y 175 cm de largo. Es un lobo grande de ojos de un rojo muy intenso y vibrante, llegando a ser muy brillantes en la oscuridad. Su pelaje es completamente negro y grueso pero suave. Puede parecer muy imponente, pero realmente es muy cariño con su destinado.

LA HISTORIA REAL NO ES ESA

Historia


HAN SAN HA


LOS DATOS REGISTRADOS HASTA EL MOMENTO SON ESCASOS

NombreVidasSubgeneroAroma del LoboEsencia DestinadaPareja Destinada
Han San Ha.+20.Gamma. Alfa Puro.Cereza. Romero.Regaliz negro.Bae Jin Ahn.

Descripción Física.

Lobo grande, delgado y estilizado del estilo de un Agouti. En su transformación completa mide unos 185cm de largo y 95 de alto. En su parcialidad, predominan las orejas notablemente jaspeadas en negro, marrón y cobrizo y una cola similar larga y peluda. Coqueto, fuerte, delicado e imprevisible.

PARA CONOCERLE HAY QUE ABRIR LA MENTE

Historia

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¿Y SI ESTO NO ES TODO?